ENTREVISTA CON JUANITO VALDERRAMA

Parece que Valderrama ha decidido llevarle la contraria al paso del tiempo.Uno se queda perplejo cuando mira una foto suya de hace quince años, porque su aspecto apenas ha cambiado desde entonces. El último superviviente,junto con Dolores Jiménez Alcántara,Niña de la Puebla,de toda una época,anda ahora ilusionado con un disco del que no quiere comentar nada,más por superstición que por otra cosa.
Juanito Valderrama,natural de Torredelcampo (Jaén),ochenta y un años de edad,sesenta y cinco como profesional de la música,más de mil grabaciones,es un pequeño sabio. Su cabeza de pájaro es una enciclopedia ilustrada que contienen la historia vivida del cante flamenco y también de la canción. A él acuden tanto intelectuales y periodistas-estrellas,unos para el cante,otros en busca del dato exacto. Saben que hallarán lo que buscan sin que les cobren peajes de ningún tipo.
VALDERRAMA: LA VOZ QUE NO CESA
Por.-Juan Antonio Valderrama Caballero
Vive en Sevilla hace catorce años. Dejó Madrid porque es un andaluz integral que ha pregonado a su patria como mejor sabe hacerlo. Esperaba recoger las mieses de ese amor,pero se ha dado de bruces contra la incultura de algunos políticos. El pueblo,en cambio,lo paran a cada paso, lo besa, lo mima, casi no puede andar por la calle. Las mismas calles en las que se cruzaba con sus amigos Pepe Pinto, Pepe Marchena, Tomás Pavón, El Gloria...Una Sevilla que sólo permanece en el recuerdo y que Valderrama echa de menos,tanto como los años de éxito y juventud. Dice que se va y se irá, aunque no niega que dejará en Triana un pedazo de corazón y una pena. La pena de un amor imposible.
PREGUNTA: ¿Cómo se explica que gozando de tanto calor popular,usted se marche de Sevilla?
RESPUESTA: Me voy porque el reconocimiento que tengo a nivel popular no se corresponde con el de los políticos. En catorce años he cantado tres veces en Sevilla de manera oficial.
P.- Sin embargo, a usted se le organizó un gran homenaje hace tan sólo tres años y también le prometieron algunas cosas. ¿Es cierto que Felipe González en persona se comprometió para que le fuera otorgada una cátedra de flamenco?
R.- Es cierto que se lo pedí en la Moncloa y me dijo: "En este momento voy a telefonear al señor Chaves para que se ocupe".Solicite ser recibido por el señor Chaves, que no me recibió y me dejó con su secretaria. Yo lo único que quería era un lugar para poder enseñar lo que sé, cosas que no aparecen en los libros y que no me gustaría que se perdiesen. La señorita me atendió correctamente y unos días después me enviaron una carta en la que se me negaba,según ellos, porque no existía nada parecido, algo que es incierto, ahí está la cátedra de flamencologia de Jerez, por ejemplo. En la Expo, ni siquiera nos invitaron a tomar una copa a mi señora y ami. Y lo último, el señor José Luis Ortiz Nuevo, que me dijo que se me iba a dedicar la Bienal de flamenco, pero después ni siquiera fui de artista invitado...
P.- ¿Y por qué cree usted que se le trata de esa manera?
R.- No lo sé. Nunca he militado en ningún partido político ni me he dedicado a hacer campaña para nadie, a lo mejor es por eso. Nunca he sido artista de despacho y a mi edad estaría feo... Creo que en esta época hay que tener unas dotes políticas y de relaciones públicas que yo no tengo. En mi época se funcionaba más libremente, no se dependía de las subvenciones para trabajar, era nuestro dinero el que se ponía en juego. Ahora sería impensable trabajar como lo hacíamos entonces, ahora somos puros currantes por cuenta ajena.
P.- Mientras muchos festivales de gran tradición agonizan, los jóvenes flamencos y sus grupos no paran de hacer galas y vender discos...
R.- La vida y los gustos del público cambian. No quiero ser inmodesto, pero en el año sesenta, cuando vivían su mejor momento, yo declaré en algunas entrevistas que deben estar por ahí, que los festivales eran una fórmula monótona y aburrida de presentar el flamenco. Son espectáculos largos y carentes de variedad, muy puros, pero no divertidos. La gente se duermen. Además, como pagan los ayuntamientos, los caches de los artistas se dispararon. Hay gente que cobra cifras que no se corresponden en nada con las taquillas que consiguen. Eso, que puede parecer bueno a primera vista, termina por volverse en contra de los propios artistas.
P.- ¿ Qué falta hoy por hacer en el flamenco?
R.- Lo primero, que los artistas entraran en competencia directa entre Mercé, Aurora Vargas, Pansequito, Manuela Carrasco y como artista invitada, la niña Pastori, por ejemplo. Así se hacía antes, pero hay es imposible pagarles los sueldos. Las estrellas funcionan en solitario, algo de lo que me alegro mucho como profesional, pero como aficionado, me quedo con las ganas de saber cómo seria un espectáculo así.
P.- Qué sobra y qué falta...
R.-Falta originalidad, gente que salga cantando distinto, con sello. Ahora los jóvenes viven recordando siempre a Camarón, pero se equivocan. Para ser figura hay que aportar, no copiar. Camarón fue figura porque rompió con una manera diferente de concebir el cante,porque refundió muchos estilos para conseguir uno propio. Que sepan los jóvenes que él fue un revolucionario, un artista al que el público tardó en comprender, precisamente porque su cante no se parecía a nada de los que había entonces, que aprendan eso.
P.- El purismo siempre le ha echado en cara su faceta de cancionero, salirse de lo establecido, a los jóvenes flamencos les ocurre algo parecido. ¿Qué les dice?
R.- A todo el que se sale de lo establecido se le critica. o les diría que adelante con las carretas, que se atrevan, aunque eso sí, queriendo y respetando al flamenco, intentando siempre su bien, sin empobrecerlo. Para eso hay que conocerlo muy bien desde la base, sólo así el resultado será bueno.
P.- Juventud y flamenco puro, ¿dos mundos diferentes?
R.- En este momento sí. El flamenco de hay es muy limitado: bulerías, tientos, alegrías, soleá y seguiriya. Hay muchos cantes que no se hacen, quizá por desconocimiento de los profesionales. Hay una gran inquietud por parte de los jóvenes respecto al flamenco, pero hay pocos lugares en los que aprender, eso es responsabilidad de las universidades y de os políticos. Ojalá valoráramos nuestra música igual que todo lo que nos traen de fuera, ni más ni menos.
P.- Se va a cumplir en año desde que la Junta de Andalucia declaró patrimonio de todos los andaluces la voz de la Niña de los Peines,se reconoció por fin a una de las mayores figuras del flamenco, sin embargo usted siempre se queja de que hay demasiados artistas olvidados...
R.- Creo que sí. Me alegro que a Pastora se la recuerde, era amiga mía, viví un año en su casa, pero estas iniciativas no deben quedarse ahí. Hay mucho olvido en el flamenco, sobre todo de mi generación, aunque el flamenco siempre ha sido un poco injusto con sus artistas. No tienes más que ver que la figura de Manuel Torre sigue recordándose en Jerez todos los días, mientras que a Don Antonio Chacón, que también era jerezano, apenas se le nombra...
P.- Algunos opinan que el flamenco clásico terminará por extinguirse porque no interesa a casi nadie, ¿qué opina usted?
R.- No estoy de acuerdo. El flamenco moderno y el clásico se complementan, no se anulan. Sin embargo, la calidad siempre será cuestión de minorías. No todo el mundo está dotado para escuchar y valorar el cante, pero siempre habrá un puñado de personas capaces de sentirlo en toda su grandeza y que no lo dejarán morir.
P.- Después de tantos años en activo, de tantas grabaciones, ¿le queda algún sueño que le gustaría cumplir?
R.- Casi no. Ahora ando metido en un disco que no es de flamenco, un homenaje personal a un amigo mío, al que artísticamente he tardado en descubrir y que ahora comprendo y admiro.
P.- Sincérese, ¿hay mucho fraude en el flamenco?
R.- Creo que sí, pero no ahora, ni sólo en el flamenco, es la vida. El flamenco es mitómano, se alimenta de leyendas que en la mayoría de los casos no son ciertas. ¿Mientras? No son mentiras, pero tampoco verdades científicas. Las verdades surgen del estudio serio y eso escasea.
P.- José Menese se negó a cantar con usted hace algún tiempo, porque según él, usted le ha hecho mucho daño al cante flamenco con sus canciones a orquesta, ¿por qué nunca responde a estas críticas?
R.- Sencillamente, me siento por encima de ciertas opiniones, no las tengo en cuenta. Después me pidió cantar en mi homenaje y accedí, no pasa nada, todo el mundo tiene derecho a equivocarse, aunque creo que no cantó con migo por miedo y lo justificó de esa manera. Pero que quede claro que a mí esas cosas no me hieren, lo mismo que su cante, que tampoco me llega.
P.- ¿hay que ser gitano para cantar flamenco como muchos predican?
R.- No, ni andaluz siquiera: Juanito Varea era de Castellón, Sabicas de Pamplona, Ramón Montoya de Madrid y Carmen Amaya era catalana. Lo que hay es que sentirlo y tener capacidad para aprenderlo, el don. Los gitanos han aportado mucho al flamenco, pero no más que los gachós. Hacer diferencias de raza me parece simplemente una tontería.
P.- En estos momentos de desconcierto musical, ¿cuál es la fuente en la que de debería ahondar para hacer música moderna y de calidad?
R.- El flamenco antiguo, los discos de pizarra que ahora los editan en CD y que son una maravilla. Ahí está la música en estado puro, verdaderas joyas. Si escucharan más ideas, harían mejor su trabajo.
P.- ¿No es triste que se marche de una tierra en la que tanto se le quiere?
R.- Sí, me da mucha pena porque vine de Madrid para vivir con lo sevillanos mis últimos años, sin embargo me tengo que marchar por lo que ya te he comentado. Para mi pesar, no cuento para las instituciones que manejan el flamenco y por eso me marcho, la gente no tiene nada que ver, aquí se me quiere.
P.- Cuénteme una cosa graciosa para terminar...
R.- Hace algunos años salía de un hotel en Madrid, cuando se me acercó un matrimonio mayor para preguntarme si era Antonio Machín.
Les dije que sí y que me sentía orgulloso de que me hubieran reconocido desde tan lejos...

ENTREVISTA CON DOLORES ABRIL

Dolores Abril tiene una bonita historia que contar. Conoció con diecisiete años a un hombre, veinte años mayor que elle, y se enamoró de él. Era un hombre casado y con tres hijos, en unos tiempos en los que una historia así conllevaba el que a uno se le señalara con el dedo. Lolita Caballero, como se anunciaba entonces, era una chica morena, que además de una voz de azúcar, llamaba la atención por su cara de gitana y su piel de bronce. Una niña que nació en Hellín-Albacete-, la menor de ocho hermanos, hijos de guardia civil, que siempre la apoyaron para que cumpliera sus sueños de artista.
DOLORES ABRIL
"SIEMPRE QUISE SER MADRE ANTES QUE ARTISTA"
Por: Juan Antonio Valderrama Caballero
Convertirse en pareja artística del mítico Valderrama fue una elección poco afortunada para sus propios intereses. Tuvo que cambiar de estilo y de repertorio para encajar en los espectáculos de su marido. Se convirtió conscientemente en una segundona, a sabiendas de que podría haber llegado mucho más lejos en solitario. Cosas del amor.
Pregunta: Volvamos por un momento a su niñez en aquel cuartel de Hellín en el que se crió. Todas las niñas de la época jugaban a ser madres, ¿ a qué jugaba usted?
Respuesta: A cantar y a tocar los palillos. En el recreo, en la escuela ensayaba sin palillos. Cuando mi madre me los pudo comprar, ya sabía casi tocarlos. Con cinco años, en el colegio de Manzanares al que iba, fue la primera vez que antué en un escenario. Canté Échale guindas al pavo y lo que me echaron fue un montón de pelas al escenario. La maestra me decía, "cógelas Lolita, que son tuyas, pero yo era muy peque entonces y le respondí, que las cojan los que las han tirado..."
P.- Dedicarse a la música, no era lo que más ilusionaba a un a un padre entonces. ¿Le costó trabajo que sus padres asimilaran su vocación de artista?
R.- Mis padres, cuando llegó el momento, ya se habían hecho a la idea, porque desde muy pequeña fue mi vocación. Nunca me pusieron pegas, porque era lo único que hacía, cantar y bailar. Era la única de mis hermanos que mostraba estas aptitudes y siempre se me considera como algo especial.
P.- ¿Como se conocieron usted y Juanito?
R.- Cuando tenia doce años él paso por Albacete para cantar. Resulta que necesitaba unos músicos para cantar una saeta y mis hermanos fueron para ofrecerse y tocaron. Yo me colé al camerino de Juanito para decirle que quería ser artista. Le canté una canción de Juanita Reina que se llama España mía. Juana ha sido siempre mi artista, mi espejo. Cuando terminé de cantar me dijo que lo hacia muy bien y me dedicó una fotografía en la que escribió: "Para una futura estrella de la canción". Ahora cuando miro esa fotografía siento algo especial, entonces era una chiquilla de doce años y fíjate por donde, la dichosa foto está hoy en el salón de mi casa.
P.- Con una sociedad tan tradicional como la de entonces, lo lógico era que una relación como la de ustedes levantara polémica...
R.- Sí. Fue muy delicado, porque yo era menor y Juanito estaba casado y tenia tres hijos. Por esos motivos decidimos llevar las cosas en secreto, pero llegó un momento en el que tuve que marchar. Acepté un contrato para México y me marché. Era consciente de que Juan tenia una familia, tres hijos y una buena esposa y madre que fue María. Son cosas que pasan en la vida y que no elegimos.
P.- Con dieciocho años embarca usted rumbo a México, quizá un poco harta de su situación. ¿Qué deseaba encontrar en América?
R.- Una oportunidad de ser artista. Fui a un local que se llamaba El rincón de Goya, un restaurante con escenario. Mi contrato era por tres meses y estuve dieciséis. Entonces Juanito me llamó para que volviera a España. Yo accedí, siempre y cuando arreglara su situación matrimonial para siempre. Eso significaba dejarlo todo y empezar de nuevo. Esa era mi exigencia para volver y Juan la cumplió. Le dejó todas sus pertenencias a su familia y comenzamos una nueva vida. Así llevamos cuarenta años.
P.- Cuando regresó, supongo que ya tenía tomada la decisión de seguir junto a Juanito como pareja artística además de sentimental. ¿Era consciente de lo que ya nunca podría ser Dolores Abril en solitario, de que se convertiría en un complemento de Juanito Valderrama?
R.- No lo era del todo, pero sí sabía que era yo la que tenía que adaptarse al otro. Sabía que él era la estrella, al que el público pagaba por ver. Daba igual que la compañía fuera quien fuera, la gente quería ver a Juanito Valderrama y los demás estábamos un poco para rellenar. Además, tuve que aprender temas a guitarra, cuando a mí lo que me iba era la orquesta o el mariachi. Es cierto, renuncié un poco a mi carrera con tal de que estuviéramos juntos. Tiró más mi deseo de fundar una familia, de ser madre.
P.- ¿Qué le gusta cantar para los amigos?
R.- Boleros, rancheras, todas esas cosos a las que mi voz se adapta mejor y que no he podido cantar en los escenarios. Esas son cosas que siempre me ha gustado cantar y que creo que he hecho mejor. En América tuve la oportunidad de grabar y de hacer cine, pero regresé.
P.- ¿Qué significa para usted ser artista?
R.- Eso al principio era todo para mí, un sueño. Luego llega el momento en el que tocas techo y ya nada es igual. Ser artista profesional necesita una dedicación íntegra y eso tiene una edad. Personalmente, me siento realizada más como madre que como artista. No se puede tener todo. Me ha horrorizado siempre la idea de estar sola, de no haber dejado hijos en el mundo. Recuerdo a mi amiga y gran artista Amalia de Isaura. Me decía que estaba acertada en mi manera de entender la vida. Me decía "Mira lo único que tengo después de tantos años de sacrificio, un baúl de recortes de periódico y un loro...".
P.- En sus más de treinta años como profesional, ha alternado con artistas excelentes, pero seguro que habrá habido algunos que la han emocionado de forma especial.
R.- Juanita Reina y Concha Piquer han sido únicas. Lola Flores era más que nada mi amiga, aunque en lo suyo haya sido un huracán, un verdadero genio. De otros géneros, Lucho Gatica y Nino Bravo. En el flamenco muero con Pastora Pavón (Niña de los Peines ) y con Pepe Marchena.
P.- ¿Es cierta la leyenda de que las folclóricas no se llevan bien entre ellas?
R.- No es cierto. El artista no es un ser de otro planeta, es como todo el mundo, con sus rarezas y sus virtudes. Siempre hay personas que conectan mejor o peor con uno, pero el hecho se si son o no artistas no suele influir. Entre los verdaderamente grandes no existen los celos, los celos son más propios de los artistas mediocres.
P.- En octubre de 1981 usted y su marido sufrieron un grave accidente de tráfico en el que usted se fracturo una vértebra cervical y estuvo muy cerca de la muerte. Los que la conocen bien dicen que después se convirtió en una persona diferente. ¿Cuánto cambia una persona después de una experiencia así?
R.- Aprendes a valorar la vida. Yo siempre he sido cristiana, pero a partir de aquellos momentos lo soy aún más. La muerte me rozó solamente, pero fue suficiente para que aprendiera a darle gracias a Dios cada mañana por estar aquí. Después de seis operaciones en las piernas, no me puedo casi calzar y cuando cambia el tiempo casi no puedo moverme. Aun así, lo mío fue casi un milagro, mi lesión era muy parecida a la de Azucena Hernández, a la que mando desde aquí un beso grande.
P.- ¿Comprende la fascinación que produce en la gente la fama, el éxito?
R.- Sí y la comparto. Es un cariño muy especial, porque provienen de la admiración. Te aplauden y te siguen porque eres capaz de hacer algo extraordinario que no todo el mundo puede hacer. Es el pago de los artistas, su gasolina para seguir adelante con ilusión. Lo que la gente no imagina es lo que hay detrás de ese relumbrón, el sacrificio, la carretera, el no ver a tus hijos... Esa es la otra cara de la moneda, uno se debe al público.
P.- ¿Y el engreimiento?
R.- Nunca. Los que son realmente grandes no son engreídos. Los que lo son, en el fondo no creen en su propia valla y necesitan aparentar lo. Son dignos de lástima.
P.- Imagínese que retrocedemos en el tiempo y usted viene a ser Lolita Caballero, ¿volvería a optar por Dolores Abril?
R.- No. Dolores Abril está ahí para bien y para mal. Lolita Caballero podía haber sido alguien, o podía no haberlo sido, quién sabe. A mí me quedará siempre la duda,es el precio que he tenido que pagar por ser madre de mis hijos y esposa de un mito. Si pudiera volver atrás, seguramente haría lo mismo y treinta años más tarde te respondería lo mismo que te estoy respondiendo. Mi vida ha tenido trances muy difíciles en los que he intentado siempre lo mejor para los míos. Ser la pareja de Juanito Valderrama no es algo fácil de llevar, Juan arrasa, es uno de los mejores artistas que ha parido este país y a mí me toca un pedacito. Me lo he ganado a pulso. ¿No te parece?.